lunes, 4 de mayo de 2015

Versionando "El conde Lucanor"

Llegó un día el conde Lucanor muy acalorado buscando a Patronio:

-¡Patronio! Te necesito, no sé lo que me está pasando, estoy diseñando una nueva casa para un amigo, una labor que me agrada, voy a ser el violín solista del próximo concierto que daremos en palacio, todo un honor, estoy escribiendo una autobiografía, algo que me relaja y me gusta y también estoy dando clases de esgrima con un antiguo profesor mío. Y el problema es que si todo esto son cosas que me encanta realizar y que generalmente se me dan bien, ¿por qué estoy fallando en todas? No me cuadran los planos, no me sale el solo, no me inspiro a la hora de escribir, no llego a tiempo a clase… ¿Me estoy volviendo majara? ¿Estoy perdiendo todas mis cualidades?

-Oh querido Lucanor – respondió Patronio – le puedo asegurar que no está perdiendo sus cualidades y ni mucho menos se está volviendo majara, al contrario, diría que cada vez es usted más inteligente. Le explicaré lo que le está pasando con lo que le ocurrió a un viejo amigo mío. Este hombre comenzó a trabajar con la madera, pues vio que un amigo suyo lo hacía y le iba bien. Llegó a ser casi mejor carpintero que su amigo, pero vio a otro que trabajaba en el campo y también le iba bien. Decidió por tanto probar esta nueva labor, sin dejar de lado su antigua carpintería, de modo que compaginaba una por la mañana y otra por la tarde. No le iba del todo mal, pero sin saber por qué, empezó a perder clientes en la carpintería y la gente iba a la de su amigo, a pesar de que en un principio él trabajaba mejor. Como tenía perdidas y vio a otro amigo que ganaba mucho dinero ordeñando vacas decidió probar ¡y digo si le cundía! Pero poco tiempo después, vio que además de su carpintería a la que ya iba muy poca gente, sus hortalizas se empezaban a morir y no conseguía obtener la suficiente leche. Pensó y pensó, no entendía por qué a sus amigos les iba tan bien y ganaban tanto con lo que hacían cuando se les daba incluso peor que a él hasta que un día se dio cuenta de algo, todos sus amigos se dedicaban exclusivamente a hacer una de esas labores y no dos, tres o cuatro más.

Con esto quiero decirle, que se le pueden dar bien muchas cosas distintas, pero no puede pretender realizar todas a la vez con éxito, se debe de centrar en una y realizarla como debe ser, pues:


Quien mucho abarca, poco aprieta.

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